¡Pechuga
de pollo! ese alimento tan básico, que se cocina de muchas formas distintas, que
nos saca de muchos apuros, que nos proporciona una comida o cena rápida…y que, a
mí no me gusta demasiado.
Normalmente
la disfrazo un poquito para que tenga más sabor y la acompaño con verduras y
ensaladas para hacer un plato único y completo.
Necesitamos
para dos:
½
pechuga de pollo cortada en filetes y después en tiras*.
Jengibre
fresco.
Salsa de
soja.
Pan rallado.
Guarnición:
2
patatas medianas.
1
calabacín.
Pimientos
del piquillo de bote.
Aceite
de oliva virgen extra.
Empezamos
adobando la carne que necesita un tiempo de reposo: rallamos el jengibre,
añadimos salsa de soja y con esa mezcla untamos bien las tiras de pollo.
Cubrimos con film y dejamos reposar en
la nevera.
Cocemos
las patatas enteras, con piel, en agua con sal durante unos 20 minutos a fuego
medio; para saber que están las pichamos en el centro con una brocheta y
levantamos, si caen es que están. Reservamos.
Lavamos
el calabacín y lo partimos a lo largo; lo vamos a hacer a la plancha a la vez
que freímos el pollo.
Sacamos
el pollo de la marinada y lo pasamos por abundante pan rallado; no ponemos sal
porque la salsa de soja ya lo habrá salado.
Lo
freímos a fuego fuerte hasta que esté dorado; lo sacamos a papel absorbente.
A la vez ponemos el calabacín y los pimientos del piquillo en la plancha, pincelados con aceite, para que se cocinen.
Ya solo
nos queda emplatar la guarnición, echando un chorrito de aceite a las patatas y
unas piedras de sal gruesa, con la carne.
*Yo pido en la carnicería que me hagan los filetes; los envuelvo en film y los congelo. El día que los necesito los saco del congelador y antes de que estén totalmente descongelados los parto en tiras: así resulta muy fácil.
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