Cada vez me gustan más estas cremas, untables o patés vegetales, la verdad no sé cómo llamarlas. Suelo emplear el término paté como: una pasta de consistencia cremosa adecuada para untar.
La combinación de una legumbre y/o una hortaliza y un fruto seco, con un toque de ajo o jengibre, untada en unos panes tostados, me parece realmente excelente para acompañar el aperitivo o una cena de picoteo.
En el blog hay publicadas varias, por si os apetece otra mezcla de ingredientes. “Paté” de alubias blancas con tomates secos. O hummus, “Paté” de brócoli y almendra. Paté de zanahorias yalmendras. Paté de lombarda.
Necesitamos:
Lentejas, yo puse 70 gramos crudas.
Una berenjena mediana.
40 gramos de avellanas.
2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra y sal.
Un trocito de jengibre o un diente de ajo. Cualquiera de las dos opciones son válidas, depende del gusto de cada uno; aportan sabores y aromas muy diferentes. Yo, en esta ocasión usé jengibre.
Empezamos lavando las lentejas y cociéndolas hasta que estén tiernas.
Asamos la berenjena, en el horno, cortada longitudinalmente. Cuando no nos queme sacamos toda la carne y desechamos la piel.
En el vaso de la batidora ponemos la carne de la berenjena, el trozo de jengibre pelado (pequeño, siempre estamos a tiempo de agregar más), las lentejas, bien escurridas del caldo de cocción, las avellanas y sal.
Trituramos.
Añadimos el aceite y volvemos a triturar un poco más. Probamos de sal y de jengibre por si es necesario rectificar.
La avellana quedó en trocitos, podéis triturarla más pero creo que así aporta otra textura.
Lo pasamos a un bol y lo dejamos reposar una horas para que se integren bien todos los sabores.
Se conserva en la nevera, en un táper varios días, sin problema.
¿Comemos o qué?
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