Esta
receta creo que puede solucionarnos una comida o cena en estas fiestas sin
volvernos “locos” con preparativos ni saliéndonos mucho del presupuesto. La
carne de ternera no sufre un incremento, al menos grande, de precio por
Navidad.
Es
un plato muy rico, sencillo pero muy sabroso, que puede gustar incluso a los
que no somos muy amantes de la carne, como yo; pero con una guarnición, que
podemos variar al gusto, con una ensalada un poco creativa, no solo lechuga y
tomate, queda un plato lucido.
Tiene
la gran ventaja, además, que se puede hacer con antelación, incluso tener
congelado y añadir el acompañamiento cuando haga falta sin los apurones de
último momento.
Respecto
a la guarnición hay muchas posibilidades: champiñones o setas, alcachofas,
guisantes… que podemos cocinar en el mismo guiso en los últimos diez minutos;
coles de bruselas que podemos hervir y saltear; o las siempre bien recibidas
patatas fritas.
Yo
hice un puré de patatas, cociéndolas, machacándolas y con un poco de
mantequilla y unas cebollas caramelizadas que solo necesitan un poco-mucho de
paciencia para dejarlas hacerse con una cucharada de aceite y un poco de sal.
Necesitamos:
Filetes
de ternera, tantos como comensales. Pueden ser de tapa o de contra. Yo los partí del tamaño de escalopines.
Verduras:
dos dientes de ajo, una cebolla, un ajo puerro, ½ pimiento rojo y dos
zanahorias.
Además
necesitamos: harina para rebozar la carne, una cucharilla de pimentón, un vaso
de vino blanco, que se puede sustituir por ½ de coñac y un vaso de caldo, o
agua si no tienes.
Sal
y aceite de oliva virgen.
Para
la guarnición: puré de patatas y cebolla caramelizada.
Empezamos
salando los filetes y rebozándolos en harina; los sacudimos para quitar el
sobrante y en una cazuela baja y amplia con aceite los freímos; los sacamos a
un plato y los reservamos.
En
la misma cazuela, si es necesario ponemos un poco más de aceite vamos friendo
las verduras picadas: empezamos por los dientes de ajo y antes de que cojan
color añadimos la cebolla, el ajo puerro, el pimiento y las zanahorias; dejamos
pochar con un poco de sal.
Cuando
estén blandas subimos el calor y ponemos el pimentón y en cuanto se fría,
apenas unos segundos añadimos el alcohol que usemos, vino o coñac.
Volvemos
a poner la carne con un poco de caldo, o agua, tapamos y dejamos cocinar
despacio hasta que esté muy tierna; el tiempo dependerá del tipo de carne que
usemos.
Ahora
podemos sacar la carne y triturar la salsa o dejarla así, a vuestro gusto. A mí,
ya veis, me quedó medio-medio porque la trituré en la misma cazuela y algún
trozo se puso “rebelde” pero creo que queda bien así. Si os gusta la salsa
menos espesa añadís un poquito más de caldo.
Se
sirve caliente con la guarnición y la ensalada.
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