Los asados dentro de su sencillez me parecen recetas
muy complicadas; parece una contradicción ¿verdad? pues no lo es.
Son muy sencillos en cuanto a los ingredientes, en
realidad se necesitan cuatro cosas, y muy complicados para dejarlos en su
punto: bien hechos sin pasarse y que se sequen, no admiten espera cuando está
hay que comerlo, cada horno es un mundo así que las temperaturas y los tiempos
no son “transferibles” de uno a otro…
El cabrito de esta zona, Picos de Europa, es de
calidad, pasta libremente, no los alimentan con piensos y se consumen muy
jóvenes y tiernos.
Necesitamos para dos personas:
Una pierna de cabrito.
Ajos, sal, aceite y unas ramitas de romero fresco.
Empezamos: untamos un larguero, de tamaño apropiado, con aceite
de oliva; ponemos la pierna, adobada con sal, una cabeza de ajos sin pelar
partida al medio y unas ramas de romero.
Lo metemos al horno a 220º para que vaya sellándose
la carne y cogiendo un bonito color.
Cuando está dorado añadimos un vaso de agua, bajamos
la temperatura a 200º y dejamos que se ase. De vez en cuando damos la vuelta a
la pierna y la regamos con el jugo que suelta.
Para comprobar que está la pinchamos con un tenedor,
no tiene que ofrecer resistencia, y la carne se tiene que desprender del hueso con
facilidad.
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