Otra
forma de comer pescado que gusta hasta los que no son muy amantes de pescado.
Unas
albóndigas con una textura jugosa y un sabor muy suave; casi, casi se comen sin
masticar y como no tienen espinas son perfectas para los niños y las personas
mayores.
Se
pueden hacer con otros pescados, merluza, rape, bacalao seco salado, incluso
con pescado congelado.
Se
elaboran de una forma similar a las albóndigas de carne: se adoba el pescado
picado, se hacen las bolas, se fríen y se terminan en la salsa.
Necesitamos
para dos raciones:
Bacalao
fresco skrei, unos 300 gramos.
1
huevo.
1
dientes de ajo.
Miga
de pan y leche para remojarla.
2
cucharadas de pan rallado (optativo).
Harina.
1
cebolla.
Sal
y aceite de oliva virgen extra.
Empezamos
picando el pescado a cuchillo, no a máquina que dejaría el pescado hecho una
pasta; esto es importante.
No
es necesario picarlo muy, muy menudo mejor que queden trocitos. Bueno a mí me
gusta más.
Lo
ponemos en un bol con la miga de pan remojada en leche y escurrida, un diente
de ajo picado menudo, un huevo entero, el pan rallado y sal. Dejamos reposar
cubierto con film en la nevera mínimo unos 30 minutos.
Mientras
podemos preparar la salsa: ponemos dos o tres cucharadas de aceite en una
cazuela amplia y baja; picamos la cebolla y la vamos pochando a fuego suave,
con un poco de sal. Cuando esté dorada añadimos un poco de agua o de caldo de
pescado. Reservamos.
Hacemos
las albóndigas: como es una masa muy suave, con poca consistencia, cogemos con
una cuchara porciones de masa, las ponemos en un plato con harina y con cuidado
las rebozamos. Intentamos hacerlas del mismo tamaño.
Las
freímos para que queden doradas; el pescado no necesita mucho tiempo y además después
se terminan en la salsa.
Cuando
las tenemos las ponemos en la salsa y, a hervor muy suave las dejamos cuatro o
cinco minutos.
Podemos
añadir a la salsa guisantes, espárragos, perejil…
Se
sirven acompañadas con arroz blanco, cuscús o patatas fritas. Y una ensalada.
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