Hoy, creo que por
primera vez, publico una receta que no he cocinado yo sino “mi santo” que
parece, solo parece que huye de tanta verdura y se lanza a la carne.
El pollo que
utilizó es lo que en Asturias llamamos, aunque ya no responda a la realidad,
pitu de caleya; son pollos criados en libertad, antes sueltos por los pueblos, ahora
ya en corrales amplios al aire libre.
Son más grande que
los normales de granja, de carne más dura, más fibrosa, muy sabrosa y que
requieren, por tanto más tiempo de cocinado.
Necesitamos:
Un
pollo campero (pitu de caleya en Asturias).
½
kg de champiñones.
Dos
cebollas rojas.
Cuatro
dientes de ajo.
1/3
de botella de mistela.
2
cucharadas de harina.
Aceite
de oliva virgen extra.
Sal
y pimienta negra.
Empezamos:
en una cazuela de fondo ancho, con dos o tres cucharadas de aceite se rehoga el
pollo partido en tajadas regulares y adobado con sal y pimienta negra.
Mientras
se sellan las tajadas, se trocea la cebolla y el ajo y se trituran en la
batidora, debe quedar una pasta.
Se
pasa el pollo a otra cazuela, cuando esté dorado, y en donde estaba se vierte
la pasta del ajo y la cebolla. Se añaden un par de cucharadas de harina y se
sofríe, junto con los jugos del pollo, durante unos minutos para que la harina
se cocine.
A
continuación se vierte esta salsa sobre el pollo y se pone al fuego la cazuela.
Se
añade ahora un tercio de la botella de mistela y se cubre con un tazón de agua.
Se deja cocer a fuego lento una hora y media aproximadamente, dependiendo del tipo de pollo que usemos, hasta que esté tierno.
En
una sartén se fríen con una cucharada de aceite los champiñones bien limpios de
tierra y laminados.
Cuando
estén bien hechos se agregan a la cazuela con el pollo y se deja cocer otra
media hora.
Este
guiso debe reposar antes de servirse, mejor de un día para otro si es posible o
al menos una media hora.
Ya
solo queda disfrutar.
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