Ya sé que es una receta portuguesa de bacalao, que no se enfade nadie. Pero yo, atrevida que soy, decidí cambiar el bacalao por bonito fresco, que ya empieza a llegar a las pescaderías del Cantábrico.
Con bacalao tiene que quedar espectacular pero, os aseguro, que con bonito no desmerece nada.
Además de fácil de hacer, es un plato único, muy completo con una ensalada y postre. Eso si no te has puesto a tope del pescado y las patatitas.
Necesitamos para dos:
Bonito fresco, en rodaja o el solomillo.
2 cebollas dulces medianas.
2 patatas medianas.
2 huevos cocidos.
8 aceitunas negras.
Sal y aceite de oliva virgen extra.
Empezamos cociendo las patatas enteras con piel; dependiendo del tamaño más o menos tiempo las mías unos 20 minutos a fuego medio. Escurrimos y dejamos templar.
También cocemos los huevos y reservamos.
Picamos las cebollas en juliana y las pochamos, a calor suave con sal y dos cucharadas de aceite hasta que estén muy melosas pero sin llegar a coger mucho color.
Pelamos y partimos las patatas en rodajas de 1 centímetro, más o menos; sacamos la cebolla y en la misma sartén, con una cucharada más de aceite y calor fuerte ponemos las patatas un par de minutos por cada lado.
Precalentamos el horno a 200º
Pasamos a una fuente de horno las patatas y la cebolla.
Seguimos en la misma sartén: cocinamos un minuto por cada lado los trozos de bonito; los pasamos a la fuente de horno con las aceitunas.
Horneamos todo junto unos cinco minutos, máximo, aunque depende un poco del grosor del pescado; es mejor quedarse corta que secar el bonito.
Adornamos con los huecos cocidos (y un poco de perejil, si tenéis) y listo.
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