Para una cena o para un primer plato, para
recuperarse de un catarro o para no cogerlo, para calentarse por dentro, para
disfrutar… para todo esto y para mucho más sirve una sopa.
Con un esqueleto, las alas y el pescuezo del pollo,
unas verduras, puerros y zanahoria, un hueso de rodilla de ternera y un poco de
paciencia hacemos un sabroso caldo.
Lo ponemos todo en una pota con abundante agua fría;
cuando empiece a hervir lo vamos espumando y lo dejamos cocer a fuego lento
durante una hora y media más o menos.
Rectificamos de sal y lo colamos. Ya tenemos un rico
caldo para la sopa.
En una pota,
de tamaño proporcionado, ponemos un poco de aceite y sofreímos, durante dos o
tres minutos, dos puerros, dos zanahorias y una o dos patatas todo partido en
trocitos apropiados para la sopa.
Si queremos que sea más completa podemos poner un puñado de arroz.
Añadimos el caldo y dejamos cocer a fuego lento
hasta que comprobemos que la zanahoria, que es el producto que más tarda en
hacerse esté bien cocida, unos diez minutos.
Tostamos un trozo de pan de hogaza. Cocemos un huevo
por persona.
Servimos la sopa, ponemos encima nuestra “isla” de
pan cubierta con el huevo cocido picadito.
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