Esto no es propiamente una receta es, más bien, “un
fondo de despensa” o una conserva que puede convertir una ensalada o una tosta
normal en un plato excelente.
Usa el queso que más te guste, semi-curado o curado,
de vaca, de cabra o de mezcla…cuanta más calidad tenga el queso mejor pero
incluso uno más corriente mejorará gracias al aceite y a las especias que
elijáis.
He usado:
Queso de mezcla, aceite de oliva virgen extra, romero fresco,
orégano seco y pimienta negra de Madagascar.
No puede ser más sencillo. Quitamos la corteza del
queso y lo partimos en taquitos de similar tamaño, mejor que se puedan comer de un solo
bocado.
En un tarro perfectamente limpio y seco vamos
colocando el queso, ponemos una cañita de romero u orégano o unos granos de
pimienta negra y cubrimos con aceite; tapamos y dejamos hasta el día siguiente
en que volvemos a abrir los tarros y rellenamos con más aceite en el caso de que
el nivel haya bajado (por lo que el queso absorbe).
Cerramos y dejamos en un lugar oscuro (en la despensa o en un armario de la cocina), a temperatura ambiente durante…¡si podéis resistir la tentación unos dos meses! aunque ante ya se puede comer.
Cerramos y dejamos en un lugar oscuro (en la despensa o en un armario de la cocina), a temperatura ambiente durante…¡si podéis resistir la tentación unos dos meses! aunque ante ya se puede comer.
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