Es una receta tradicional muy adecuada para combatir
el frío porque los platos de legumbres aportan más calorías que otro tipo de
alimentos.
Además nos aportan muchos de los nutrientes necesarios para un correcto
funcionamiento de nuestro cuerpo.
Nos proporcionan proteínas, de origen vegetal, que
si se complementan con otras de origen animal, como es el caso de esta receta,
hace un plato completo.
También fibra, muy necesaria para el intestino,
vitaminas y minerales.
Como todos los potajes agradece una cocción lenta,
suave y “con mucho amor”. El tiempo es difícil de determinar ya que hay muchas
calidades y todas no cuecen igual; también depende de la época del año: en
otoño e invierno la legumbre está recién cosechada y cuece antes, la legumbre
“vieja” tarda más. Hay que probar para comprobar que está tierna.
Necesitamos por ración:
Entre 80 /100 g.
Unos 150 g de costilla de cerdo.
Zanahorias, cebolla, ajo y una hoja seca de laurel.
Sal, pimienta negra, ½ cucharadita de pimentón y
aceite de oliva.
Empezamos poniendo las alubias a remojo durante la noche.
Ponemos un poco de aceite en una pota y freímos
los trozos de carne, adobados con sal y pimienta, para sellarlos.
Cuando están añadimos la cebolla partida en dos o
tres trozos, las zanahorias peladas y enteras, unos dientes de ajo y una hoja de
laurel.
Agregamos las alubias escurridas y cubrimos con agua fría, que las cubra
bien, como dos dedos por encima. Ponemos el pimentón y dejamos cocer
despacio, siempre cubiertas de caldo. Ponemos la sal.
Cuando las alubias están tiernas, estas tardaron
unos 30 minutos, sacamos la cebolla, las zanahorias y un poco de caldo, lo trituramos
en la batidora y lo volvemos a echar a la pota. Dejamos cocer unos
minutos más, probamos de sal…
¡Y listo!
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