Bacalao con cebolla y pimiento verde.

El bacalao es un pescado blanco y, por tanto, con muy poca grasa. Es muy rico en proteínas de alto valor biológico y en vitaminas, especialmente del grupo B.

Se puede consumir fresco o desalado.

Para esta receta necesitamos:

Un trozo de lomo de bacalao salado por persona, unos 200g.

Dos o tres cebollas, depende del tamaño, en todo caso mucha.

Un pimiento verde.

Unos dientes de ajo.

Y como siempre sal y aceite de oliva virgen extra.

Si compramos el bacalao salado lo primero será desalarlo. Para ello empezamos por lavar bajo el grifo los trozos para quitar toda la sal exterior. Después lo ponemos en un recipiente amplio con agua fría y lo metemos en la nevera. Vamos cambiando el agua 2 ó 3 veces al día, ya que se satura de sal. ¿Cuánto tiempo? Depende del grosor de la pieza; los lomos que es lo que más tarda unas 48 horas.

También se puede usar bacalao fresco o comprarlo ya desalado, “al punto de sal”.

Ponemos en una sartén grande un poco de aceite, que apenas cubra el fondo y añadimos los dientes de ajo, sin pelar, solamente golpeados con la hoja del cuchillo. Cuando la piel empieza a tostarse los sacamos y cuando enfríen los pelamos.

En el mismo aceite freímos los trozos de bacalao, empezando por el lado sin piel, unos 3 ó 4 minutos por cada lado. Los sacamos y reservamos.

Partimos las cebollas y el pimiento verde en juliana; lo añadimos a la misma sartén y dejamos pochar unos 15 minutos, dándoles vuelta de vez en cuando. Cuando esté a nuestro gusto, más o menos hecho, hacemos unos huecos donde volvemos a poner el pescado y todo el jugo que haya soltado; un par de minutos todo  junto, incluidos los dientes de ajo,  para que se caliente bien y… listo.

Yo en este último paso subí el calor para que se dorara un poco la cebolla.

Sencillo ¿verdad? Se cocina todo en la misma sartén, nada de manchar varios cacharros; se puede tener adelantado y hacer el último paso (mezclar todo y calentar) cuando se necesite; si te gusta el bacalao, te gustará esta receta ya que el acompañamiento no le roba protagonismo al pescado, que tiene un sabor muy singular.