El otoño y el invierno es
una buena época para disfrutar de esta crema de calabaza ya que está en
plena temporada.
Además como ya empieza a
refrescar apetece algo calentito para empezar una cena o una comida.
Yo lo serví, en unos cuencos
pequeños, como aperitivo, para “entonar el estómago” antes de comer.
Necesitamos para dos:
500 g de calabaza, sin
piel ni pepitas.
2 cebollas medianas.
Caldo de verduras.
Unas hebras de azafrán o
azafrán en polvo.
Una cucharada de ralladura
de naranja.
Aceite de oliva virgen
extra.
Sal y pimienta negra.
Un puñado de avellanas
tostadas.
Empezamos poniendo
el horno en marcha, para que se caliente, a 180º.
En una fuente de horno
ponemos la calabaza, la cebolla, dos o tres cucharadas de aceite, sal y una
pizca de pimienta. Horneamos durante unos 20/25 minutos.
Deben quedar
tiernas y algo tostadas. Reservamos.
Ponemos a calentar el caldo
de verduras (o agua si no tenéis) con la ralladura de media naranja, el
azafrán, sal y pimienta. Cuando rompa a hervir añadimos la calabaza y
la cebolla asadas, con todo el jugo que tenga la fuente.
Cocemos durante unos cinco
minutos y trituramos hasta obtener una crema suave y homogénea.
Servimos la crema adornada
con un poco de ralladura de naranja y unas avellanas tostadas partidas.
A esta crema, al
triturarla podemos agregar un poco de nata que proporcionará una textura y un
sabor muy rico aunque aumentará notablemente las calorías.
Podéis cambiar las
avellanas por pipas de calabaza tostadas con un poco de sal.
¡Y listo!
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