Necesitamos:
2
ó 3 puerros por persona.
Unos
granos de pimienta negra.
Una
caña de romero fresco.
Aceite
de oliva virgen.
Unas
anchoas en salazón.
1
diente de ajo.
Vinagre
de Jerez.
Empezamos limpiando muy bien los
puerros, quitamos la parte verde y nos quedamos con lo más blanco (los
nuestros no eran muy blancos porque somos “hortelanos aficionados/principiantes”
y …bueno esto es lo que conseguimos ¡iremos mejorando!)
Tenemos
que tener especial cuidado de que no quede tierra entre las capas.
Ponemos
en cazuela, proporcionada a la cantidad, los granos de pimienta, la caña de romero, sal y
los puerros. Cubrimos con aceite y ponemos al fuego.
No
puede llegar a hervir, debe mantenerse caliente pero sin llegar a freír; si
tenéis un termómetro es fácil, unos 80º es lo ideal, si no hay que vigilar y
apagar si sube demasiado y volver a encender cuando enfría un poco. Puede ser
un poco laborioso, el estar pendiente, pero el resultado merece la pena.
Dependiendo
del grosor necesitaran más o menos tiempo, los míos estuvieron 40 minutos.
Cuando
al pincharlos notemos que están blandos apartamos y dejamos enfriar.
Se
pueden servir así mismo, templados y con unas piedras de sal gorda o
acompañados de una salsa de anchoas.
Salsa
de anchoas:
ponemos ½ diente de ajo en el mortero con las anchoas y dos cucharadas del
aceite del confitado y machacamos hasta conseguir una pasta; aligeramos con dos
o tres cucharadas de vinagre.
¡Y
listo, a disfrutar!
*El
aceite se cuela y se puede reutilizar sin problema.
Hace
algún tiempo que no participo en el reto “Color y sabor de temporada” pero este
mes he conseguido llegar a tiempo. Aquí está mi aportación.
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