El congrio es un pescado blanco, de
carne firme y algo gelatinosa con un sabor intenso.
Podríamos decir que tiene dos partes:
la parte delantera, abierta con pocas espinas, que es la apropiada para guisar
y la parte de la cola, cerrada, con muchísimas espinas que nos sirve, junto con
la cabeza para hacer un sabrosísimo caldo.
La
receta de hoy es muy tradicional, de esas de toda la vida y os aseguro que
queda realmente rico.
Necesitamos
por persona:
2
rodajas de congrio abierto.
1
rebanada de pan de hogaza
2
dientes de ajo.
½
cebolla.
6
ó 7 almendras tostadas, sin sal y peladas.
Caldo
de pescado.
Harina,
la necesaria para rebozar el pescado.
Sal,
perejil y aceite de oliva virgen.
¿Cocinamos
o qué?
Empezamos
preparando el caldo: ponemos a cocer la cola y la cabeza del congrio, un trozo
de cebolla y una caña de perejil; cuando empiece a hervir lo espumamos bien,
salamos de dejamos cocer unos 25/30 minutos. Colamos.
En
una cazuela amplia ponemos tres o cuatro cucharadas de aceite, y reímos la
rebanada de pan, hasta que esté crujiente y dorada; la sacamos a papel absorbente y reservamos.
Salamos
el pescado, lo pasamos por harina, retirando bien el sobrante y lo sellamos, en
la misma cazuela, sin añadir más aceite. Reservamos.
Pelamos
los dientes de ajos y picamos la cebolla menuda; lo ponemos a pochar despacio
con una pizca de sal (seguimos en la misma cazuela)
Mientras
vamos preparando la picada: machacamos en el mortero la rebanada de pan frito y
las almendras, hasta que quede una pasta, añadimos un poco de caldo para
disolverla.
Cuando empiece a ablandar la cebolla ponemos la majada y el pescado; cubrimos con el caldo.
Dejamos cocer despacio unos 15 minutos, dependiendo del grosor de las
rodajas.
Picamos
el perejil y se lo ponemos en el último momento, una vez emplatado.
Como
acompañamiento un puré de patatas y una ensalada. Perfecto.
¿Comemos o qué?
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