Hoy plato de lujo; sí, de verdad, de lujo. No hacen falta muchos ingredientes ni raros, ni sofisticados, ni caros, ni originarios de la otra punta del planeta para hacer un plato de auténtico lujo.
Estos fréjoles (vainillas, habas verdes, no sé como las llamáis vosotros), estas zanahorias, el pepino hace apenas un par de horas que estaban en sus plantas. Están recién cogidos, frescos y lozanos, y comer productos así es un pequeño-gran lujo.
Además vienen de la huerta de Llugarín donde C y C miman con pasión todo el proceso, desde el cuidado del suelo, la selección de las semillas, los riegos…todo.
Si tenéis una huerta sabéis de lo que os hablo; sino buscad un amigo, un vecino o un agricultor de proximidad que os suministre las verduras ¡merece la pena!
Lo dicho, un lujo.
Necesitamos:
Fréjoles, yo usé dos variedades, zanahorias, patatas, cebolla y pepino.
Sal y aceite de oliva virgen extra.
Empezamos quitando los extremos a los fréjoles, partiéndolos en trozos medianos y cociéndolos en agua hirviendo con sal. Los míos tardaron unos seis minutos aproximadamente. Sacamos a un bol con agua muy fría. Escurrimos y reservamos.
Pelamos las zanahorias, la partimos en bastones y la cocemos. Pasamos por agua fría, escurrimos y reservamos.
Cocemos la patata, con piel; las pelamos y reservamos.
Picamos 1/4 o ½ cebolla en trocitos.
Pelamos el pepino y partimos en trocitos.
Montamos la ensalada mezclando todas las hortalizas menos el pepino; aderezamos con aceite de oliva*.
En el momento de servir ponemos por encima el pepino, en el último momento. Yo en las ensaladas tanto si pongo tomate como pepino lo pongo al momento de servir para evitar que suelten el jugo y agüen un poco la ensalada.
*Yo en esta ensalada no puse vinagre (en mi casa no todos son amigos del vinagre, jejeje) pero si os gusta se lo ponéis o zumo de limón.
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