Hoy una pechuga de pollo, un poco disfrazada pero no
deja de ser una pechuguita de pollo
(bueno, para ser sincera, media pechuguita, que para dos es suficiente).
Necesitamos darle un poco de sabor así que cogemos
unos dientes de ajo, una hoja de laurel seco, unos granos de pimienta negra y
unas ramitas de romero.
Ponemos un poco de aceite de oliva virgen en la tartera y añadimos
todo lo anterior; si tenemos tiempo lo dejamos unos minutos para que el aceite
coja los sabores; sino directamente a freír. Es increíble el aroma que suelta
cuando va cogiendo calor.
Partimos una cebolla en trocitos y la añadimos a la
tartera; dejamos que se sofría.
Cuando está blanda y un poco dorada, añadimos la
sidra natural, subimos el calor para que se evapore el alcohol.
Añadimos unas patatas cortadas en lonchas como de un
centímetro.
Dejamos cocer, a fuego lento, tapadas unos 8 ó 10
minutos.
Mientras, en una sartén, con muy poco aceite, freímos a fuego fuerte los trocitos de pechuga de pollo.
Lo juntamos todo, en la tartera, tapamos y dejamos
cocer unos minutos más. Comprobamos que las patatas estén tiernas y la carne
hecha por dentro, apagamos y dejamos reposar.
En la misma sartén que hemos frito el pollo (sin
limpiarla) ponemos unos trocitos de manzana para que se caramelicen y recoja
todo el sabor. Nos servirá de guarnición.
Y...listo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario