Un pitu caleya es como en Asturias se
llama a los pollos grandes, criados en libertad, o al menos en semi-libertad.
Tradicionalmente en las aldeas asturianas se criaban
pollos, para los días especiales como Navidad o la fiesta del pueblo, que
pastaban por las caleyas, por los
caminos. Así además de aprovechar todo el alimento que podían encontrar
hacían mucho ejercicio por lo que su carne era dura y fibrosa.
En la actualidad es difícil encontrar pollos sueltos
por los caminos pero se conserva la costumbre de dejarlos libres por fincas
cerradas.
Necesitamos:
Un pitu caleya o campero, grande. Utilizaremos las
zancas, la pechuga y el contramuslo. Con
el resto, cuello, espinazo, alas…y unas verduras podemos hacer un caldo.
Cebollas, ajos, zanahorias.
Patatas pequeñas.
Vino tinto.
Aceite de oliva virgen y sal.
Esta es una receta para hacer con tiempo, sin prisa.
Empezamos adobando las tajadas de pollo, la noche anterior a cocinarlo,
con ajo y un chorrito de aceite.
Al día siguiente quitamos bien el ajo, lo
reservamos, salamos y lo freímos.
Picamos las cebollas, en trozos más bien grandes ya
que la cocción es larga, y las zanahorias peladas.
En el mismo aceite de freír la carne ponemos el
ajo del adobo, las zanahorias y las cebollas, y dejamos
rehogar
durante unos minutos, con su sal.
Ponemos de nuevo las tajadas y añadimos un vaso
de vino tinto; dejamos evaporar el alcohol y agregamos un
poco de agua (no mucha porque las cebollas soltará bastante líquido).
Tapamos y dejamos cocer despacio, vigilando
de vez en cuando por si necesitara más agua, durante unas tres horas. Pinchamos
y comprobamos que esté tierno.
Yo utilicé una cazuela de hierro fundido que una vez
que coge temperatura con tener la vitro al uno mantiene bien el calor y sigue
cociendo sin problema.
Apagamos y dejamos que repose, al día siguiente
estará espectacular.
Cuando lo vayamos a comer lo ponemos a calentar y
agregamos las patatitas enteras, dejamos unos 15 minutos hirviendo despacio y
todo estará en su punto: las patatas tiernas y las tajadas bien calientes por
dentro.
Ya veis que es una receta que necesita tiempo aunque
solo en momentos puntuales hay que vigilar; el resultado es un guiso sabroso, abundante, con un pollo de
este tamaño come mucha gente y para los amantes de la carne un auténtico
placer.
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