Dentro de su sencillez es un plato, para mi gusto,
perfecto.
Un plato tradicional que, como veréis en los
ingredientes, no puede ser más sano.
Necesitamos:
Cebolla, pimiento verde, pimiento rojo, ajo,
calabacín y tomate,
para el pisto. No pongo las cantidades porque dependerá de la cantidad que
queráis hacer y, también porque esta receta admite que se ponga más o menos
cantidad de lo que más os guste.
2 huevos de codorniz, por persona.
Unas lonchas de jamón.
Aceite de oliva virgen extra.
Sal.
Pimentón dulce o picante.
Empezamos poniendo aceite en una sartén amplia, suficiente
para cubrir bien el fondo.
Pelamos unos dientes de ajo y los picamos.
Pelamos y partimos la cebolla en cuadraditos.
Lavamos y partimos los pimientos; si queréis podéis
pelarlos con un pelador ya que a veces tienen la piel muy dura.
Lavamos bien el calabacín y lo partimos en trozos
regulares.
Si usas tomate natural pélalo y pártelo. Yo usé
tomate natural triturado de bote.
Cuando el aceite esté caliente vamos
poniendo en primer lugar los ajos, después la cebolla y los
pimientos; ponemos sal y dejamos que se vaya sofriendo despacio hasta
que empiecen a ablandar.
Ponemos el calabacín y seguimos sofriendo.
Cuando empiece a ablandar añadimos el tomate.
Dejamos que se vaya cocinando hasta que todo está
bien hecho, blandito y espeso, unos 15 ó 20 minutos.
Freímos los huevos de codorniz, dos por ración. Los huevos de codorniz tienen la
cáscara muy dura por lo que es necesario abrirlos con un cuchillo de sierra,
con cuidado de no romperlos.
Después de fritos espolvoreamos por encima un poco de pimentón y echamos una cucharada de aceite caliente. Esta forma de hacer los huevos fritos es muy tradicional en León.
Servimos el pisto con los huevos y unas lonchas de
buen jamón.
¡Y listo, a disfrutar!
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