Llega
el verano y con él la sobre abundancia de calabacines en las huertas; por pocas
plantas que pongas todos los días puedes recoger, así que hay que buscar nuevas
maneras de cocinarlos.
Croquetas,
croquetas no son porque no llevan bechamel pero son unas bolitas súper
crujientes con un puntito ácido del tomate, ideales para el aperitivo o para el
segundo plato.
Necesitamos
para 18:
500
gramos de calabacín.
50
gramos de miga de pan del día anterior.
1
huevo mediano.
Leche,
para empapar la miga.
6
ó 8 tomates secos en aceite.
½
cucharilla de cúrcuma (opcional).
Aceite
de oliva suave o de girasol para freír.
Sal
y pan rallado.
Empezamos lavando bien el calabacín, o pelándolo
si no es de cultivo ecológico.
Lo
partimos en cubos pequeños, como de 1 centímetro.
Ponemos
en la sartén una cucharada de aceite y, a fuego fuerte cocinamos el calabacín
durante unos minutos, dándole vuelta de vez en cuando para que se tueste. Salamos
y reservamos hasta que temple.
Mientras
empapamos
la miga de pan con la leche; escurrimos para quitar el exceso.
Batimos
el
huevo con una piza de sal y añadimos el tomate seco picado, la miga de pan
escurrida, la cúrcuma y el calabacín.
Vamos
haciendo las bolitas cogiendo porciones con una cuchara, las ponemos sobre pan
rallado y rebozamos.
Dejamos
en la nevera durante una hora más o menos; puede ser más.
Ponemos
aceite
a calentar en un cazo, para tener bastante altura.
Con
una cuchara las vamos poniendo en el aceite caliente que debe cubrirlas.
Las
freímos hasta que cojan un bonito color.
Recién
hechas están riquísimas pero frías también.
¡Y
listas, a disfrutar!
Esta
receta, un poco modificada la vi aquí.
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