Una forma deliciosa de comer, o cenar, verduras, las que quieras, las que tengas: coliflor, brócoli, judías verdes…
Yo tenía un romanesco que es una verdura con una forma y un color espectacular, un sabor suave y muchas propiedades nutricionales. Acompañe con unas zanahorias, un poco de queso y el resultado una cena sana, nutritiva y rica.
Necesitamos para dos:
1 romanesco pequeño; el mío pesaba 360 gramos.
2 zanahorias.
Para la bechamel: 1 cucharada de harina, ½ cucharilla de cúrcuma, leche y queso.
Sal y aceite de oliva virgen.
Empezamos preparando las verduras: pelamos las zanahorias, las partimos y las hervimos en agua con sal hasta que estén al dente.
Separamos en ramilletes el romanesco y también lo cocemos. Escurrimos y reservamos.
Preparamos una bechamel: en un poco de aceite de oliva cocinamos la harina con la sal y la cúrcuma, agregamos leche y cocemos dándole vueltas con unas varillas para que no se hagan grumos. No pongo la cantidad de leche porque lo hice “a ojo”, debe quedar una textura ligera, fluida.
Repartimos las verduras en una fuente de horno, cubrimos con la bechamel y ponemos un poco de queso rallado, el que os guste; yo puse manchego curado pero con gouda, con un queso azul…genial. Sí compráis el que viene ya rallado en una bolsa fijaros bien porque no siempre es queso.
Horneamos a 180º durante unos minutos, hasta que se dore.
Y listo ¿comemos o qué?
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