Por fin hoy podía cenar sola,
por fin un día que no tendría que estar toda la mañana y media tarde rodeada de
pucheros, sartenes, moldes de horno…
La semana había resultado
agotadora; todos en casa, todos de vacaciones, todos con un apetito feroz y
todos esperando ver en la mesa su plato favorito.
Croquetas y lasaña que pidieron
los peques, sopa, con ese caldo tan rico, petición del abuelo, cordero al
horno, que a mí no me sale igual, arroz con cosas, que lo tuyo no es paella,
pidieron y rieron todos…
¡Por fin!
Abrió el frigo decidida a
coger dos huevos para hacerse un rápido, sencillo y humilde revuelto pero…desde
el fondo de la última balda la miraba ese olvidado manojo de espárragos y no
pudo resistirse.
En realidad ¿qué importaba un
ratito más en la cocina?
Necesitamos
para dos:
3
ó 4 huevos.
Un
manojo de espárragos verdes.
½
cebolla mediana.
1
cucharilla de harina.
¼
de cucharilla de cúrcuma (optativo) o unas hebras de azafrán.
Sal
y aceite de oliva virgen extra.
Empezamos
cociendo los huevos durante 10 minutos; dejamos enfriar y pelamos. Reservamos.
Mientras
se cuecen los huevos preparamos la salsa: picamos la cebolla muy menuda y la
ponemos a fuego suave con dos cucharadas de aceite y una pizca de sal para que
se vaya pochando, sin que llegue a coger color.
Quitamos
los extremos, que son muy duros, a los espárragos, los partimos en rodajas de 1
cm aproximadamente y los escaldamos en agua hirviendo con sal un par de
minutos; las puntas las ponemos solamente los 30 segundos finales.
Cuando
la cebolla esté blanda ponemos la cúrcuma (o el azafrán) y la harina,
revolvemos y dejamos que se cocine durante 1 minuto; agregamos los espárragos y
un poco del agua de cocerlos.
Dejamos
hervir despacio y añadimos más agua de la cocción hasta dejarla en el punto de
espesor que nos guste.
Comprobamos
que los espárragos estén tierno y el punto de sal; rectificamos si hace falta.
Partimos
los huevos en mitades o cuartos y cubrimos con la salsa bien caliente.
Servimos.
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