Necesitamos:
Bonito, media rodaja, como de 3 centímetros de
grosor, por comensal.
Una patata mediana, por persona.
Una cebolla y un pimiento rojo.
Vino blanco.
Y, como siempre, sal y aceite de oliva virgen extra.
Empezamos “haciendo la cama” del bonito.
Pelamos las patatas, las partimos en rodajas, como
de medio centímetro, las salamos y freímos hasta que empiezan a ablandarse.
La ponemos en una fuente de horno.
Encendemos el horno a 180º.
Quitamos casi todo el aceite de freír las patatas y sofreímos la cebolla
y el pimiento partidos en juliana, con una pizca de sal. Cuando empieza a estar
blando lo ponemos encima de las patatas.
Añadimos un chorro de vino blanco y lo ponemos en el
horno para que se terminen de hacer las patatas.
Ya tenemos la cama hecha.
En la misma sartén, bien caliente y sin apenas aceite ponemos el
bonito sazonado y lo sellamos por los dos lados.
Lo agregamos a la fuente del horno.
Pasados unos cinco minutos pinchamos las patatas
para comprobar que están bien hechas; con dos tenedores intentamos separar la
espina central del bonito de la carne, y así comprobar si ya está.
No necesita mucho tiempo ya que está casi hecho de
la sartén.
¡Listo!
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