Hoy os traigo un plato improvisado, con una salsa “reciclada”.
Había preparado un bacalao con salsa vizcaína que quedo espectacular (perdón por la inmodestia); las tajadas de bacalao desaparecieron pero... sobró salsa y, la verdad era casi, casi delito tirarla.
La aproveché para hacer un plato de pasta. Además de lo sabrosa que es esta salsa por sí misma, esta tenía gusto al bacalao que se había cocinado en ella, así que estaba el doble de buena.
La salsa se bastante sencilla y rápida de hacer si además, como yo, utilizáis el pimiento choricero de bote.
Necesitamos para la salsa vizcaína:
2 dientes de ajo.
2 cebollas medianas.
Una rebanada pequeña de pan.
½ vaso de vino blanco.
Pasta de pimiento choricero.
Caldo o agua.
Sal y aceite de oliva virgen extra.
Pasta.
Empezamos pelando y picando los dientes de ajo y poniéndolos a freír en una cazuela con dos cucharadas de aceite.
Antes de que se doren añadimos las cebollas picadas y sal; dejamos pochar hasta que estén blandas.
En ese momento ponemos el pan y el vino blanco; dejamos hervir un par de minutos.
Agregamos la pasta de pimiento choricero, yo puse dos cucharillas pero la cantidad un poco a vuestro gusto.
Damos unas vueltas para que todo se integre y añadimos un vaso de agua o de caldo; dejamos cocer despacio unos 10 minutos. Si está demasiado espesa ponemos más agua.
Trituramos y volvemos a cocer durante unos minutos para que pierda el aire que coja en la batidora. Probamos de sal.
Cocemos la pasta y cuando esté la vamos echando sobre la pasta con algo del agua de cocerla.
Servimos con el perejil picado.
¿Comemos?
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