Sí, lo sé. Le falta un pedazo. Y eso que estuve rápida, aunque no lo suficiente, para hacerle la foto.
Necesitamos:
100 g de harina de avena ecológica.
120 g de harina de trigo.
200/220 g de manzana pelada y descorazonada.
35 g de azúcar moreno + una cucharada.
220 g de leche, semidesnatada o entera.
40 de aceite de girasol (también puede ser de oliva).
El zumo de un limón.
Canela y nuez moscada, al gusto.
Una pizca de sal.
½ sobre de levadura química, tipo Royal.
Empezamos pelando la/las manzanas y partiéndola en trocitos pequeños; las ponemos en un bol con el azúcar (los 35 gramos) y el zumo de limón. Reservamos.
Mezclamos la harina de trigo con la de avena; yo uso copos de avena que trituro con la picadora. Añadimos la levadura, la canela, la nuez moscada. Revolvemos bien para que quede una mezcla homogénea.
En otro bol batimos los huevos, con una pizca de sal, hasta que estén espumosos. Añadimos el aceite y volvemos a batir. Ponemos la leche y mezclamos bien.
Agregamos las harinas con las especias y la levadura.
Por último ponemos los trocitos de manzana con el azúcar y el limón, aprovechando bien todo el jugo que hayan soltado.
Ponemos la masa en un molde. Yo usé uno de silicona de 23 centímetros de diámetro. Si ponéis uno desmontable ante tenéis que untarlo con un poco de mantequilla y harina. Si os gusta que sea más alta con un molde de 18 ó 20 centímetros quedará bien.
Espolvoreamos la cucharada de azúcar que habíamos reservado; se caramelizará un poco.
Metemos en el horno que estará caliente a 170º hasta que esté; si se dora demasiado lo cubrís con papel de aluminio. La mía tardó 35 minutos.
Desmoldamos y dejamos enfriar. Si queréis hacerle una foto ¡escondedla!
¡Y listo, a disfrutar!
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