Como ya va apeteciendo encender el horno vamos a preparar unos tiernos panes que con un poco de mermelada harán del desayuno del fin de semana algo especial.
Son un poco laboriosos, no difíciles, sobre todo por los tiempos de espera que necesita la masa pero bueno aprovechamos para ir haciendo otras cosas.
Con estas cantidades salieron 12 bollos de entre 75/80 gramos.
Necesitamos:
500 g de harina de fuerza.
250 g de leche entera.
40 g de mantequilla.
1 huevo mediano.
10 g de sal.
15 g de levadura fresca, o 5 g de levadura seca.
20 g de azúcar.
Empezamos pesando todos los ingredientes; dejamos la mantequilla a temperatura ambiente para que se ponga en pomada; también dejamos el huevo fuera del frigorífico para que no esté frío.
Separamos 100 gramos de leche y
disolvemos en ella la levadura; añadimos 100 gramos de harina; mezclamos bien y
dejamos que empiece a levar. Depende de la temperatura de la cocina que tarde
más o menos, yo lo dejé una hora aproximadamente.
Cuando empieza a tener burbujas y a hincharse podemos seguir.
Añadimos el resto de los ingredientes que ya tenemos preparados (harina, leche, sal, huevo, mantequilla y azúcar) y mezclamos; lo dejamos reposar 10 minutos.
Sacamos la masa del bol y amasamos 3 ó 4 minutos. Volvemos a dejar en reposo otros 10 minutos y volvemos a amasar. Repetimos este proceso hasta que tengamos una masa suave.
Dejamos en un lugar cálido, tapado el bol con un paño hasta que leve y aumente su volumen. No hay un tiempo fijo depende de la temperatura; el mío tardó unas dos horas.
Sacamos la masa y, suavemente la des-gasamos; con una rasqueta la partimos en trozos del mismo peso, o lo más aproximado que podamos.
Con cada trozo hacemos un rectángulo con las manos, yo no uso rodillo, no hace falta que sea perfecto.
Doblamos un lado hacia el centro, después el otro y presionamos para sellar (nos queda una especie de costura en el centro); ahora volvemos a doblar a la mitad, en el mismo sentido, de manera que nos quede la costura en centro del bollo, nos queda una especie de barrita.
Dejamos reposar en la bandeja del horno unos 30 minutos ¡fuera del horno, claro!
Mientras, vamos calentando el horno a 200º con un recipiente de agua hirviendo en el fondo para que produzca vapor.
Hacemos con un cuchillo unos cortes en los bollos, pintamos con una brocha con leche y horneamos hasta que estén cocidos y dorados. Como son pequeños tardan unos 10 minutos aproximadamente.
Sacamos a una rejilla y dejamos enfriar.
¡Y listo, a disfrutar!
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