Últimamente me he aficionado a preparar el salmón al horno: se cocina rápido, con su propia grasa, sin añadir más, queda jugoso y te permite hacer una salsa o un acompañamiento en el tiempo que él está en el horno.
Esta salsa con vino blanco es muy sencilla de hacer y aporta un puntito ácido que va muy bien al salmón.
Necesitamos para dos:
Un trozo de salmón, sin espina, de la cola o del lomo. El mío pesaba 420 gramos.
Una cucharada de mantequilla.
½ cucharada de harina.
1 vaso de vino blanco.
Sal y pimienta.
Empezamos calentando el horno a 180º.
Ponemos el salmón en una fuente y lo salpimentamos. Cuando el horno esté caliente metemos el salmón y lo dejamos, dependiendo el grosor de la tajada, unos 15/18 minutos. Hay que tener cuidado de no pasarnos de cocción para que no quede seco.
Mientras se asa el salmón hacemos la salsa: en un cazo ponemos una cucharada de mantequilla y añadimos la harina; damos unas vueltas y lo cocinamos dos o tres minutos más o menos para que la harina no sepa a crudo.
Agregamos el vino blanco y, con un batidor damos vueltas, como si hiciéramos una bechamel, para que no haga grumos; dejamos que se cocine a fuego suave cinco o seis minutos, para que evapore bien el alcohol y espese.
Servimos el salmón con un poco de salsa y el resto aparte para añadir al gusto.
Yo lo serví con arroz blanco y una ensalada de canónigos.
¡Y listo, a disfrutar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario