Desde que vi esta receta tenía muchas, muchas, ganas
de hacerla, pero no encontraba ocasión; pero como todo llega, hoy ha sido el
día.
Después vino lo del nombre: ¿popietas? ¿rollitos?
¿caracolas? los que me conocéis ya sabéis que no es la primera vez que tengo
este problema, así que decidí que cada uno la bautice como más le guste.
Empezamos: freímos el ajo picado muy chiquitito. Añadimos la
cebolla y la sal y pochamos hasta que está dorado.
Ponemos una cucharilla de harina y rehogamos, para
cocinarla.
Añadimos la leche evaporada y el perejil picado y
dejamos cocer hasta que espese.
Necesitamos pechuga de pollo (yo para dos usé ½ pechuga)
partida en tiras de unos 5 ó 6 centímetros de ancho y jamón serrano partido
aproximadamente igual.
Ponemos el pollo salpimentado, encima el jamón, enrollamos y
pinchamos con un palillo para que conserven la forma.
Sólo nos queda freírlas, para que tengan un bonito
color dorado y darles un golpe de horno, a 190º ó 200º, unos minutos (yo empleé
el "sofisticado" y "novedoso" sistema de sacar una, partirla y comprobar si estaba hecha por dentro).
Esta es una receta muy recomendable: barata, muy
sabrosa y nutritiva, para todos los públicos. La presentación puede ser muy
elegante, se puede tener preparada a falta del golpe de horno final. Sin salsa
es muy de dieta, los rellenos pueden cambiar a gusto del comensal…
No, no quiero venderla, que no la inventé yo, pero
sí animaros a probar.
Ya me contaréis.
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