Súper fácil. Súper ligera. Súper sana. Súper suave.
Súper agradable. Súper…¡Súper!
Lo más “complicado” de esta receta es partir la
calabaza; sí, en serio, eso es lo más difícil. La calabaza tiene la piel muy
dura y hay que ir con cuidado para no hacerse daño.
Empezamos:
Empezamos:
Partimos, pelamos y troceamos la calabaza en trozos;
no importa forma ni tamaño lo único importante es que sean todos más o menos
iguales para que se hagan a la vez.
Yo los hice al vapor, en ese instrumento "mágico" de silicona, que desde que descubrí cada vez uso más. En unos poco minutos está y sin empapar nada de agua. También se puede cocer en agua con sal.
Cuando estén cocidos los pasamos por el pasapuré y
vamos añadiendo caldo (yo usé de pollo) hasta que tenga la consistencia que nos
guste.
Ponemos un trocito de mantequilla, rectificamos de
sal y listo.
Para acompañar hacemos unas tiras de hojaldre, de
unos 5 ó 6 cm., las retorcemos y al horno a 190º /200º hasta que estén dorados
y crujientes.
Se puede cambiar la mantequilla por un chorrito de
aceite de oliva.
En cuanto al acompañamiento según vuestros gustos e
imaginación; le va bien el queso de cabra, unos frutos secos un poco triturados,
unos cuadraditos de calabaza salteados en la sartén hasta que estén blanditos y
dorados, los típicos y riquísimos costrones, crujiente de jamón, huevo duro
picadito…
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