Llegó la
primavera pero no el tiempo cálido y soleado; sigue haciendo frío, el cielo
está gris, amenaza lluvia. Resumiendo nada de operación bikini, nada de
comiditas ligeras, nada de “con este calor no me apetece encender el horno”...
Necesitamos:
Una taza de aceite.
Una taza de azúcar.
Una taza de leche.
Dos tazas de harina.
1 sobre de levadura.
Un puñado de sésamo.
Precalentamos el horno a 180º.
Preparamos el molde; lo untamos con un poco de
aceite, que repartimos con una brocha, y lo espolvoreamos ligeramente de
harina. Conviene usar un molde amplio y de poca altura.
Ponemos en un recipiente la leche y el aceite; añadimos
el azúcar y batimos hasta que se disuelva.
Tamizamos la harina con la levadura y la añadimos
poco a poco; revolvemos hasta homogeneizar la mezcla.
Lo ponemos en el molde y cubrimos con un puñadito de
sésamo.
¡Al horno calentito!
Como tiene poca altura se hornea enseguida; ésta
tardó unos 15 minutos.
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