Una receta de Bruno Oteiza, perfecta para los
días fríos y lluviosos del invierno. Yo hice algunos pequeños cambios, no por
mejorarla sino para adaptarla más a mi gusto. Os dejo el enlace para que echéis un vistazo al original.
Es un plato único, completo que mejora si lo
cocinamos la víspera.
Necesitamos para dos:
1kg de
mejillones
200 g de
alubias blancas
1 puerro
1 cebolla
2 zanahorias
¼ de pimiento
rojo
1 guindilla
(opcional)
1/2 vaso de
vino blanco
aceite de oliva
virgen extra
sal y una pizca
de pimentón
1 hoja de
laurel y unas ramas de perejil.
Ponemos las alubias a remojo unas 12 horas antes
de cocinarlas.
Ponemos a cocer
las alubias en una cazuela con abundante agua fría, una hoja de laurel y un
chorrito de aceite. Cocinamos a fuego suave hasta que estén tiernas. Tardarán
más o menos dependiendo de la calidad de la legumbre.
Mientras ponemos
los mejillones en una cazuela,
con el vino blanco, al fuego hasta que se abran. Colamos el caldo y lo reservamos.
Los sacamos de la concha y los picamos, reservando algunos enteros para adornar
el plato.
Hacemos el
sofrito: picamos la cebolla, el puerro, el pimiento y las zanahorias, todo muy
menudo, y lo ponemos a pochar en una cazuela con un chorrito de aceite.
Agregamos
la guindilla cayena. ¡Mejor hacerlo sin sal! Después pondremos el caldo de los
mejillones que suele ser salado.
Cuando empiece
a ablandar ponemos una pizca de pimentón y agregamos los mejillones picados y
el caldo, bien colado; cocinamos el conjunto durante 10 minutos.
Incorporamos
las alubias, espolvoreamos con perejil picado (yo no lo puse) y probamos el
punto de sal.
Cocinamos
durante unos 5 minutos.
¡Y listo!
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