Confitar:
1. tr. Cubrir con un baño de azúcar una
fruta o una semilla para hacerla más agradable al paladar.
2. tr. Cocer una fruta en almíbar.
Esto dice el diccionario y
esto es lo que yo he hecho con las zanahorias.
Podríamos pensar que es
una chuchería muy saludable y apta para los niños, pero no nos engañemos que
sean zanahorias no lo convierte en un plato saludable.
Pero sí muy adecuado para
adornar un pastel, un bizcocho o para “picar” alguno.
Necesitamos por cada 100 g de zanahoria, 60 g de
azúcar blanco y 30 g de agua.
Empezamos pelando las zanahorias, quitando los extremos y
rallándolas.
Vamos estrujando con la mano puchados de zanahoria rallada
para que pierda todo el agua posible.
En un cazo ponemos el agua y el azúcar para hacer un
almíbar, añadimos la zanahoria y, sin dejar de remover, lo dejamos
cocer hasta que esté seco y con un color dorado de caramelizarse el
azúcar.
Vamos sacando cucharadas y extendiéndolas sobre
papel de horno o una lámina de silicona. Dejamos que se enfríe.
Lo pasamos a una rejilla para que quede bien seco y
crujiente.
Yo, como había mucha humedad en el ambiente, en
Asturias es casi siempre así, las metí en el horno a 50º durante una media
hora.
¡Y listo!
Esta receta es mi versión libre de esta deBelenciaga.
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