Un sencillo y rico pan para tomar con mermelada en el desayuno o con queso,
embutido…y un vaso de vino para la cena.
Voy perdiendo “el miedo” a hacer pan; al
principio me parecía difícil, complicado, no comprendía bien los términos.
Ahora hago pan, seguramente no un pan espectacular pero sí un pan sano y sabroso.
Os cuento esto para que os animéis y no os
rindáis al primer fracaso (sí es que lo tenéis): se puede hacer pan en casa sin
demasiada complicación y con un buen resultado.
Necesitamos:
500g de harina de fuerza.
300g de agua tibia.
Levadura seca de panadero, un sobre, 7g.
10g de sal.
35g de aceite de oliva virgen.
Empezamos preparando todos los ingredientes, pesándolos.
Mezclamos el agua tibia con el sobre de levadura;
añadimos el aceite.
Aparte hacemos una mezcla homogénea con la
harina y la sal.
Unimos las dos mezclas y amasamos durante unos 10 minutos.
Dejamos reposar la masa en un bol, untado ligeramente con aceite, hasta que aumente de
tamaño; dependiendo de la temperatura de la cocina tardará más o menos tiempo.
Una buena idea es meterla en el horno apagado y cubierta con un paño de
algodón. Al cabo de 1 hora habrá crecido.
Sacamos y amasamos suavemente; la dividimos en trozos de
igual peso (yo hice 9 trozos de 100g aproximadamente).
Los ponemos en la bandeja del horno cubierta con papel
y dejamos
reposar
de nuevo hasta que vuelvan a aumentar.
Calentamos el horno a 220º.
Con una brocha pintamos los bollos con un poco de
aceite.
Los cocemos durante unos 25 minutos, hasta que estén bien dorados.
¡Y listo!
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