Una receta de
aprovechamiento pero de lujo. Con unos ingredientes básicos y restos de cordero
asado conseguiremos un estupendo y sabroso plato.
Hay que dedicarle un poco
de tiempo pero podemos tener casi todo hecho y terminarlo en el último momento.
Necesitamos para dos:
Unos 200 g de paletilla o
pierna de cordero asado.
8 láminas de canelón.
1 cebolla mediana.
½ pimiento verde.
2 ó 3 dientes de ajo.
Sal y pimienta negra.
Bechamel: 1 cucharada de
harina, leche y aceite de oliva virgen.
Un trozo de queso de oveja
curado.
Empezamos
picando, a cuchillo la carne de cordero asada, dejándola en trocitos pequeños.
Preparamos una salsa
bechamel ligera: ponemos dos cucharadas de aceite y freímos
la cucharada de harina durante unos 2 minutos para quitar el sabor de harina
cruda. Agregamos la leche y trabajamos con unas varillas para evitar los grumos
y cocemos durante unos 10 minutos.
Salamos y reservamos.
Picamos los dientes de
ajo, la cebolla y el pimiento.
Ponemos dos cucharadas de
aceite y vamos friendo, empezando por los ajos, después la cebolla y el pimiento.
Cuando empieza a ablandar añadimos la carne que tenemos picada y seguimos
cocinando.
Para finalizar ponemos
parte de la salsa bechamel, tres o cuatro cucharadas hasta que nos quede un
relleno jugoso. Reservamos para que pierda temperatura.
Vamos a cocer
las láminas de la pasta siguiendo las indicaciones del fabricante. Las
ponemos sobre un paño de cocina de algodón y las vamos rellenando; ponemos una cucharada
de la farsa sobre cada lámina y enrollamos; los vamos colocando en una fuente
de horno (yo pinto la fuente con un poco de aceite para que no se me peguen).
Cuando los tenemos todos
cubrimos con el resto de la bechamel, rallamos el queso por encima y los
metemos en el horno caliente a 180º para que se calienten bien por dentro.
Al final ponemos solo
calor por arriba y gratinamos, que cojan un bonito color ¡sin quemarse!
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