Para el desayuno: está
entre un pan dulce y un bizcocho, con textura de brioche.
Necesitamos:
500 g (y una cucharada
más) de harina todo uso.
8 g de sal.
200 g de leche condensada.
35 g de mantequilla.
25 g de levadura fresca de
panadero.
250 g de puré de calabaza.
65 g de leche.
Empezamos
cociendo unos trozos de calabaza con una pizca de sal.
Escurrimos y dejamos enfriar. Yo esto lo hice el día anterior por la noche.
La machacamos con un
tenedor para dejarla hecha puré, ponemos en un colador y presionamos para que
pierda el agua que pueda tener y nos quede un puré espeso.
Pesamos la cantidad
necesaria.
Dejamos a temperatura
ambiente la mantequilla.
Preparamos todos los
ingredientes, pesándolos.
Templamos ligeramente la
leche y disolvemos la levadura.
En un bol grande ponemos la
harina con la sal y vamos añadiendo el resto de los ingredientes, dando
vueltas para integrarlos y dejar una masa uniforme.
La sacamos a la meseta y
amasamos suavemente; yo agregué una cucharada más de harina porque se pegaba
mucho.
La dejamos en el bol,
tapada con un paño hasta que leve; dependiendo de la temperatura de la cocina
tardará más o menos; yo lo dejé 1 hora y media.
La sacamos del bol y
amasamos muy suave para quitar el aire. Formamos un rectángulo del tamaño del
molde donde lo vayamos a cocer y dejamos, tapada para que pueda volver a
crecer.
Calentamos el horno a 190
º.
Metemos el molde y lo
tenemos hasta que esté bien hecho, unos 30 minutos. Si se dora demasiado lo
cubrimos con un papel de horno o de aluminio.
Lo sacamos a una rejilla y
lo dejamos enfriar.
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