Ya
sabéis que no tengo costumbre de contar muchas cosas personales, suelo poner
solamente la receta pero hoy, no sé si será el aislamiento me gustaría
explicaros el nombre que he puesto a este bizcocho.
Los
que hemos nacido en este “primer mundo” estamos acostumbrados a tener o al
menos a poder conseguir fácilmente los ingredientes que necesitamos para
cocinar.
Desde
que empezó es aislamiento yo he ido un día a la panadería y otro al súper;
quise hacer la compra tan rápido, para estar el menor tiempo posible allí que
me olvidé algunas cosas, nada imprescindible.
Eso
unido a que estos días ocupo mas tiempo en cocinar hizo que me quedará sin
algunas cosas, harina por ejemplo.
Cuando
ya había decidido hacer bizcocho y ya era una “necesidad vital” me di cuenta;
así que mezclé todos los restos de harina que había en mi despensa, es decir:
50 gramos de harina todo uso + 50 gramos de harina de escanda ecológica + 50
gramos de maicena + 70 gramos de harina de fuera, ahí es nada.
¡El
bizcocho está riquísimo! Y su verdadero nombre es Bizcocho, sin azúcar, con
plátano y ciruelas pasas.
Al
no llevar azúcar el dulzor se lo proporciona exclusivamente la fruta por lo que
si os gusta que esté dulce, dulce deberéis poner algo de azúcar o miel.
Bueno,
si habéis tenido la paciencia de leer todo mi desahogo os cuento el bizcocho.
Necesitamos:
Ingredientes
secos:
220
g de harina.
1
sobre de levadura química (tipo Royal).
1
cucharilla de canela molida.
1
pizca de sal.
Ingredientes
húmedos:
2
huevos.
120
g de leche entera.
50
g de aceite de girasol.
140
g de ciruelas pasas, sin hueso.
1
plátano, el mío pelado pesaba 90 g.
Además
una cucharada de azúcar moreno (optativo).
Empezamos asegurándonos que todas las
ciruelas están sin hueso porque aunque las compres así a veces queda algún
trozo; yo las partí con el cuchillo en dos o tres cachos.
Ponemos
en la
batidora todos los ingredientes húmedos y batimos hasta
obtener una papilla.
En
un
bol ponemos los ingredientes secos y mezclamos bien
para homogeneizar la mezcla.
Unidos
las dos masas y mezclamos.
Nos queda una masa densa, bastante húmeda.
Calentamos
el horno a 170º.
Ponemos
la mezcla en el molde forrado con papel de horno y untado con aceite o usamos
un molde de silicona que no necesita tratamiento.
Espolvoreamos
por encima el azúcar moreno que creará una costra crujiente.
Horneamos
durante unos 40/45 minutos. Cuando al pincharlo con una brocheta salga
seca, está listo.
Desmoldamos
y dejamos enfriar en una rejilla.
¡Y
listo, a disfrutar!
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