Hace tiempo que quería probar a hacer las croquetas en
el horno, en vez de fritas y hoy me ha parecido un buen día para experimentar.
Ya llevamos muchos días en casa, sin paseos, sin
gimnasio…y todavía nos quedan muchos más así que vamos a intentar no tomar
demasiadas calorías, pero seguir disfrutando, al menos de la comida.
En este caso las croquetas son de espinacas
y champiñones. Ya sabéis que las croquetas nos sirven para utilizar
restos de productos que nos sobran de otras preparaciones y que no son
suficientes para elaborar una receta.
Necesitamos para las croquetas:
50 g de harina.
650/700 g de leche.
200 g de espinacas.
8/10 champiñones.
½ cebolla mediana.
Sal y aceite de oliva virgen extra.
Necesitamos para el rebozado:
1 ó 2 huevos.
Pan rallado.
Una pizca de
cúrcuma (optativa).
Empezamos cociendo las espinacas; en agua hirviendo con
sal ponemos las espinacas congeladas, esperamos que vuelva a hervir y dejamos
cocer durante 4 ó 5 minutos. Escurrimos y ponemos en un colador, presionándolas
para que pierdan toda el agua. Reservamos.
En una sartén ponemos dos cucharadas de aceite
y pochamos la cebolla partida muy menuda; mientras ablanda limpiamos y
picamos los champiñones y los añadimos; dejamos que se cocinen durante unos
minutos sin que la cebolla llegue a dorarse.
Ponemos la harina, mezclamos bien y dejamos
que se cocine; si es necesario agregamos una cucharada más de aceite porque es
importante que la harina se haga bien.
Añadimos las espinacas y mezclamos.
Vamos poniendo la leche y cocinamos la masa hasta
que esté espesa y se separe bien del fondo y de los laterales, aproximadamente unos 12/15 minutos; probamos de sal
y pasamos a una fuente para que se enfríe.
Podemos cubrirla con plástico transparente aunque yo
prefiero untarla ligeramente con aceite extendida con una brocha.
Cuando la masa esté bien fría, después de unas horas o
al día siguiente formamos las croquetas.
Cogemos porciones de masa, damos forma y rebozamos con
pan
rallado.
Batimos el huevo con la cúrcuma, si la
ponemos, volvemos a pasar por pan rallado.
Calentamos el horno a 190º/200º; pintamos una
fuente de horno con aceite, ponemos las croquetas y horneamos hasta que estén
doradas; a medio horneado las damos las vuelta.
Las mías estuvieron en total 30 minutos (ahora que no
me oye os diré que mi horno no es el más eficaz del mundo, tendré que
jubilarlo).
¡Y listo, a disfrutar!
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