lunes, 30 de marzo de 2020

Lubina a la plancha, con salsa de pimiento rojo.



Necesitamos para dos:
2 lubinas de ración.
Para la salsa:
1 cebolla mediana.
2 dientes de ajo.
1 zanahoria mediana.
½ pimiento rojo, si es grande.
½ cucharilla de pimentón.
½ vaso de vino blanco.
Aceite de oliva virgen extra y sal.


Empezamos preparando la salsa: en una sartén ponemos dos o tres cucharadas de aceite y los dientes de ajo picados; antes de que se doren añadimos la cebolla partida y la zanahoria pelada y también picada menuda. Dejamos que se sofría unos cuatro o cinco minutos, con sal y a temperatura baja.

Lavamos, secamos y partimos en pimiento rojo en trocitos pequeños y lo agregamos a la sartén.

Cuando todo empiece a estar blando ponemos el pimentón, damos unas vueltas para que se fría ¡cuidado no se queme!

Subimos la temperatura y ponemos el vino blanco; dejamos hervir un minuto y añadimos un poco de agua. Cocinamos dos o tres minutos.

Trituramos la salsa en la batidora; si queréis podéis pasarla después por un chino para quitar cualquier rastro de la piel del pimiento.

Si está demasiado espesa la aligeramos con un poco más de agua.

Volvemos a ponerla en la sartén, probamos de sal y dejamos cocer un par de minutos.

La lubina la tendremos en filetes (que nos hará el pescadero).

Calentamos la plancha o una sartén amplia, extendemos una cucharada de aceite y ponemos los lomos de lubina, sazonados con sal, primero con la piel hacia abajo durante unos tres o cuatro minutos y después damos la vuelta y cocinados dos minutos por el lado de la carne.

Adaptar estos tiempos al tamaño de vuestro pescado; si es una lubina grande habrá, lógicamente que aumentarlos pero siempre teniendo cuidado de no excedernos y que quede el pescado seco.

También lo podéis hacer en el horno; mientras se cocina la salsa ponéis el pescado, con sal y un poco de aceite, en el horno a 200º durante siete u ocho minutos.

Servís un poco de salsa en el fondo del plato y el pescado encima, con la piel hacia arriba, acompañado de una ensalada o unas patatas cocidas.


¡Y listo, a disfrutar!

sábado, 28 de marzo de 2020

Pan de soda, con semillas de amapola.







El pan de soda es un pan sin levadura y sin amasado por lo que en menos de una hora podemos tenerlo listo para el desayuno o para la merienda.

Además de rápido es fácil de hacer, solamente hay que pesar y mezclar los ingredientes y ¡al horno!

Hay muchas versiones, yo he seguido la de Alma Obregón, del libro ¿Hacemos pan? solamente he cambiado el sésamo por semillas de amapola.



Necesitamos:
330 g de harina normal.
30 g de azúcar blanco.
12 g de semillas de amapola.
8 g de sal.
1 huevo mediano.
170 g de leche entera.
El zumo de ½ limón.
40 g de mantequilla fría.
½ sobre de levadura química (8 g).

Empezamos mezclando el zumo de limón y la leche y lo dejamos reposar 15 minutos. Se genera el suero de leche.

Batimos el huevo, separamos una cucharada, y lo añadimos a la leche.

En un bol grande ponemos la harina, la levadura, las semillas de amapola, el bicarbonato y la sal; mezclamos.

Cortamos la mantequilla a trocitos pequeños y la agregamos al bol. Con los dedos vamos a disgregarla para que nos quede una textura como de migas; no conviene trabajarla  mucho para que no se caliente la mantequilla.

Añadimos la mezcla de leche y huevo; mezclamos lo necesario para obtener una masa, que se integre toda la harina, peno no hace falta amasar. Queda una masa húmeda.

Calentamos el horno a 180º.  Untamos con mantequilla y harina el molde para evitar que se pegue.

Añadimos a la cucharada de huevo que habíamos reservado una cucharada de leche y pintamos el pan. Hacemos un corte en la superficie de pan.

Horneamos unos 30 minutos o hasta que el palillo salga seco y el pan esté dorado.

Desmoldamos y dejamos enfriar sobre una rejilla.

Mi molde es de 26 centímetros de largo; os aconsejo usar uno un poco más pequeño para que el pan quede más alto.



¡Y listo, a disfrutar!


jueves, 26 de marzo de 2020

Conejo con chocolate.



Hoy un plato de lujo, de fiesta. Puede parecer que es laborioso pero, en realidad, es hacer un guiso de carne y añadir a la salsa a media cocción chocolate negro, que le va dar un color, un perfume, una textura y un sabor a la salsa realmente bueno.

En este caso es conejo pero queda igualmente rico con pollo, con unas albóndigas o con carne de guisar de ternera.

Yo he usado solamente las patas traseras porque cocino, ya sabéis solo para dos.




Necesitamos para dos:

2 patas traseras de conejo.
1 cebolla grande o 2 medianas.
2 ó 3 dientes de ajo.
½ pimiento rojo.
2 zanahorias medianas.
2 ó 3 cucharadas de salsa de tomate.
½ vaso de vino blanco.
½ cucharilla de pimentón dulce.
Aceite de oliva virgen extra.
Pimienta negra y sal.
15/20 g de chocolate negro.

Empezamos poniendo al fuego una cazuela plana con dos o tres cucharadas de aceite y rehogando las tajadas de conejo, adobadas con sal y pimienta negra, hasta que estén doradas. Las sacamos a un plato y reservamos.

En la misma cazuela, si hace falta ponemos un poco más de aceite, vamos haciendo el sofrito.

Primero ponemos los dientes de ajo picaditos, cuando empiecen a tomar color añadimos la cebolla, las zanahorias y el pimiento, todo partido y con un poco de sal; lo dejamos sofreír durante 5 ó 6 minutos.

Agregamos el pimentón, damos unas vueltas para que se reparta y se fría.

Ponemos la salsa de tomate y el vino blanco; hervimos un minuto y volvemos a poner el conejo; agregamos un poco de agua, tapamos y dejamos cocer despacio, dando vuelta a las tajadas a media cocción hasta que esté tierno.

Cuando demos vuelta a las tajadas ponemos el chocolate negro.

Cuando el conejo esté podemos sacarlo y triturar la salsa; en ese caso dejamos cocer dos o tres minutos más para que la salsa pierda el aire que haya cogido al triturar. Yo prefiero encontrar trocitos así que no trituro.




¡Y listo, a disfrutar!


martes, 24 de marzo de 2020

Guarnición de verduras asadas.



¿Os imagináis unas costillas de cerdo asadas, un filete de pescado a la plancha o, incluso, unos humildes huevos fritos acompañados con una ración de estas verduras asadas?

Hasta el plato más sencillo mejora con este acompañamiento que, además es económico, saludable y sencillo de hacer.


Las cantidades que os pongo son para dos raciones.


Necesitamos:
2 ó 3 zanahorias.
2 patatas medianas.
½ pimiento rojo.
4 dientes de ajo.

Adobo: aceite de oliva virgen extra, vino blanco, media cucharilla de pimentón dulce, una cucharilla de mostaza, orégano seco, pimienta negra. La cantidad debe ser suficiente para impregnar todas las verduras.

Empezamos pelando las zanahorias y las patatas; las partimos en bastones lo más iguales posible.

Lavamos el pimiento y también lo partimos en bastones.

Pelamos unos dientes de ajo y dejamos enteros.

Preparamos el adobo mezclando todos los ingredientes.

Mezclamos las verduras con el adobo y lo dejamos reposar durante unos minutos mientras calentamos el horno a 200º.



Salamos las verduras y horneamos durante unos 15 minutos.

Damos unas vueltas, revolvemos bien y bajamos la temperatura a 180º;  seguimos asando hasta que estén tiernas.

Si vemos que se doran demasiado pronto, sin estar tiernas, las tapamos con papel de aluminio.



¡Y listo, a disfrutar!

La idea para esta receta la vi en “Directo al paladar”. Yo la adapté a mi gusto.

lunes, 23 de marzo de 2020

Croquetas de espinacas y champiñones, al horno.






Hace tiempo que quería probar a hacer las croquetas en el horno, en vez de fritas y hoy me ha parecido un buen día para experimentar.

Ya llevamos muchos días en casa, sin paseos, sin gimnasio…y todavía nos quedan muchos más así que vamos a intentar no tomar demasiadas calorías, pero seguir disfrutando, al menos de la comida.

En este caso las croquetas son de espinacas y champiñones. Ya sabéis que las croquetas nos sirven para utilizar restos de productos que nos sobran de otras preparaciones y que no son suficientes para elaborar una receta.

Necesitamos para las croquetas:
50 g de harina.
650/700 g de leche.
200 g de espinacas.
8/10 champiñones.
½ cebolla mediana.
Sal y aceite de oliva virgen extra.

Necesitamos para el rebozado:
1 ó 2 huevos.
Pan rallado.
 Una pizca de cúrcuma (optativa).

Empezamos cociendo las espinacas; en agua hirviendo con sal ponemos las espinacas congeladas, esperamos que vuelva a hervir y dejamos cocer durante 4 ó 5 minutos. Escurrimos y ponemos en un colador, presionándolas para que pierdan toda el agua. Reservamos.

En una sartén ponemos dos cucharadas de aceite y pochamos la cebolla partida muy menuda; mientras ablanda limpiamos y picamos los champiñones y los añadimos; dejamos que se cocinen durante unos minutos sin que la cebolla llegue a dorarse.

Ponemos la harina, mezclamos bien y dejamos que se cocine; si es necesario agregamos una cucharada más de aceite porque es importante que la harina se haga bien.

Añadimos las espinacas y mezclamos.

Vamos poniendo la leche y cocinamos la masa hasta que esté espesa y se separe bien del fondo y de los laterales, aproximadamente unos 12/15 minutos; probamos de sal y pasamos a una fuente para que se enfríe.

Podemos cubrirla con plástico transparente aunque yo prefiero untarla ligeramente con aceite extendida con una brocha.

Cuando la masa esté bien fría, después de unas horas o al día siguiente formamos las croquetas.

Cogemos porciones de masa, damos forma y rebozamos con pan rallado.

Batimos el huevo con la cúrcuma, si la ponemos, volvemos a pasar por pan rallado.

Calentamos el horno a 190º/200º; pintamos una fuente de horno con aceite, ponemos las croquetas y horneamos hasta que estén doradas; a medio horneado las damos las vuelta.

Las mías estuvieron en total 30 minutos (ahora que no me oye os diré que mi horno no es el más eficaz del mundo, tendré que jubilarlo).



¡Y listo, a disfrutar!

sábado, 21 de marzo de 2020

Frixuelos (crêp) de café.



Necesitamos:
2 huevos.
200 g de leche.
100 g de café (café de cafetera o agua con café instantáneo).
140 g de harina.
Una pizca de sal.
Un trocito de mantequilla.

Empezamos haciendo la masa: lo más cómodo es poner todos los ingredientes (menos la mantequilla) en el vaso de la batidora para mezclar bien. O batirlo todo con unas varillas, en un bol grande.

Dejamos la masa reposar en la nevera durante unos 30 minutos (puede ser más tiempo).

Untamos una sartén antiadherente con un poco de mantequilla y la extendemos con una brocha.

La calentamos y ponemos, con un cacillo la cantidad suficiente para cubrir el fondo, con una capa fina.

Dejamos hasta que los bordes están dorados y la damos la vuelta para que se haga por el otro.

Sacamos para un plato y las mantenemos calientes hasta terminar con toda la masa.



¡Y listo, a disfrutar!

jueves, 19 de marzo de 2020

Muslos de pollo con garbanzos y ras-el-hanout.



Me gustan mucho estas recetas que dan a ingredientes de todos los días un toque diferente que sorprende y agrada.

En este caso quizá sea usar ras-el-Hanout, una mezcla de especias que proporcionan color, sabor y aroma.

La “inspiración” para este plato la tuve viendo el blog de Loleta, blog más que aconsejable; yo la modifique a mí manera y el resultado no puede ser más satisfactorio.




Necesitamos para dos (plato único):
4 muslos de pollo.
120 g de garbanzos.
3 puerros.
3 zanahorias.
2 dientes de ajo.
1 pimiento verde pequeño o ½ si es grande.
½ vaso de vino blanco.
Caldo de cocer los garbanzos.
Pimienta negra y sal.
Aceite de oliva virgen extra.
1 cucharilla de ras-el-Hanout.

Empezamos preparando los garbanzos; los ponemos a remojo la noche anterior y por la mañana los cocinamos con un puerro y una zanahoria hasta que estén tiernos.

Yo suelo tener en el congelador algún táper con garbanzos cocidos para hacer más rápido las recetas que los necesiten.

Supongo que se puede hacer con garbanzos de bote pero como yo nunca los he usado no puedo aconsejar.

Quitamos la piel y la grasa que puedan tener a los muslitos de pollo; los adobamos con sal y pimienta negra.

En una cazuela amplia y baja ponemos aceite, tres o cuatro cucharadas y doramos los muslos.

Mientras lavamos y picamos los dientes de ajo, el pimiento verde, los otros dos puerros y las zanahorias.

Sacamos el pollo para un plato y, en la misma cazuela ponemos las verduras con sal y dejamos pochar unos minutos; cuando el puerro empieza a ablandar volvemos a poner la carne, subimos el fuego y añadimos el vino blanco. Dejamos que se evapore el alcohol.

Agregamos el ras-el-Hanout y un poco del caldo de cocer los garbanzos; tapamos de dejamos cocer despacio unos 10/15 minutos.

Pasado ese tiempo ponemos los garbanzos cocidos y seguimos cocinando despacio hasta que el pollo esté tierno, unos 20 minutos más pero eso depende de qué tipo de pollo sea (si usáis pitu de caleya el proceso sería muy diferente, ya que tarda mucho más). Las indicaciones que os doy son para un pollo corriente.

Dejamos reposar cinco minutos y servimos.


                        ¡Y listo, a disfrutar!

martes, 17 de marzo de 2020

Tosta de paté de alubias pintas y huevo.





Otra forma de comer legumbres; en este caso alubias pintas pero con otra legumbre también quedará muy bien.


A los más “descreídos”, incluyo aquí a alguno de mi familia, no le expliquéis de qué es el paté ¡primero que lo pruebe!

A este paté le podéis poner un puñadito de avellanas tostadas al triturarlo, aumentará su valor nutritivo y hará un plato más completo.

Necesitamos para dos:
150 g alubias pintas.
¼ diente de ajo.
Huevos, uno por tosta.
Tomates secos en aceite, 2 ó 3 por tostada.
2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra.
Pan de hogaza, cortado en rebanadas.
Un poco de perejil seco, para adornar. Yo no tenía y puse orégano seco.

Empezamos poniendo las alubias a remojo la noche anterior en agua fría. Por la mañana las ponemos a cocer hasta que estén tiernas.

Hacemos el paté: en el vaso de la batidora ponemos las alubias cocidas con un poco del caldo de cocerlas (añadiremos más si vemos que está demasiado espeso) y ¼ de diente de ajo (la cantidad de ajo adaptarla a vuestro gusto, incluso suprimirla si no os gusta); a la vez que batimos agregamos un hilo de aceite, para que emulsiones y quede cremoso.

Reservamos.

Cocemos los huevos 10 minutos, dejamos enfriar y pelamos; con un tenedor machacamos el huevo cocido.

Picamos los tomates secos en aceite, los mezclamos con el huevo y ponemos un poco del aceite del bote de los tomates, para amalgamar.

Tostamos las rebanadas de pan; cuando esté crujiente ponemos una buena capa del paté, encima la mezcla de huevo y tomate seco. Espolvoreamos con perejil y servimos.

¡Y listo, a disfrutar!

domingo, 15 de marzo de 2020

Pasta con brócoli y panceta.


Después de un plato de esta pasta veréis el mundo de otra manera, ni el “coronavirus” se atreverá a acercarse a vosotros.

Necesitamos para dos:


Pasta, 80 g.
Brócoli, 140/150 g.
90/100 de espárragos verdes.
2 puerros.
½ vaso de vino blanco.
100 cl de nata para cocinar.
Panceta curada, 4 ó 6 lonchas.
Aceite de oliva virgen extra.


Empezamos cociendo el brócoli; lo separamos en ramitos, lavamos y cocemos en agua hirviendo con sal hasta que este ligeramente tierno, acabará haciéndose en la salsa. Escurrimos y reservamos.

Quitamos la parte verde y la primera capa de los puerros, los picamos.

Quitamos el final de los espárragos, la parta dura, los lavamos y partimos en rodajas, de 1 centímetros. Dejamos las puntas un poco más grandes.

En una sartén amplia ponemos 3 cucharadas de aceite, los puerros y los espárragos, menos las puntas y sofreímos despacio hasta que estén tiernos; agregamos el brócoli y las puntas de espárrago, seguimos sofriendo.

Subimos el calor y ponemos el vino, cuando evapore el alcohol añadimos la nata y dejamos un minuto que hierva despacio todo junto.

Cocemos la pasta; yo usé “mafalda corta” porque tiene muchos pliegues, que se llenan de salsa; pero usad la que más os guste.

La escurrimos, reservando 3 ó 4 cucharadas del agua de cocción y añadimos a la sartén donde están las verduras y la salsa. Si vemos que está muy espeso ponemos el agua de cocción reservada.

Mientras se cuece la pasta partimos la panceta en trocitos y la freímos, sin aceite, en otra sartén hasta que estén dorados y crujientes.

Servimos la pasta con la panceta por encima, sin mezclar para que no pierda el crujiente.


¡Y listo, a disfrutar!
¡ánimo!