viernes, 3 de enero de 2020

Pan de calabaza.



Pan para el desayuno, para tomar con mermelada o miel; pan para tomar con queso o paté. Para lo que os apetezca porque tiene un sabor muy suave, miga esponjosa y corteza crujiente: perfecto para cualquier cosa.





Necesitamos:

150 g de calabaza cocida y bien escurrida.
400 g de harina de fuerza.
15 g de levadura fresca de panadero.
35 g de azúcar blanco.
1 huevo mediano.
40 g de mantequilla.
130 g de leche entera ligeramente templada.
10 g de sal.
1 cucharada de miel.


Empezamos preparando todos los ingredientes:

Cocemos la calabaza, en agua sin sal. Trituramos, ponemos en un colador y presionamos para quitar todo el líquido que pueda tener. Obtenemos un puré espeso. Dejamos enfriar.

Pesamos la harina, el azúcar y la levadura.

Dejamos a temperatura ambiente el huevo y la mantequilla, para que se ablande.

Templamos ligeramente la leche, que podamos tocar sin quemarnos y disolvemos en ella la levadura.

Ponemos en un bol la harina y añadimos la leche con la levadura, mezclamos.

Agregamos el puré de calabaza, mezclamos.

Seguimos añadiendo ingredientes, uno por uno y mezclando: el azúcar, el huevo, la miel, la sal y por últimos la mantequilla.

Nos queda una masa blanda, algo pegajosa. Yo para poder hacer una masa uniforme lo saqué del bol y mezclé a mano en la meseta.

Calentamos el horno a 40/50º, apagamos y metemos la masa en un bol.

Dejamos hasta que aumente de tamaño, unas dos horas aproximadamente.

Sacamos, amasamos suavemente y dividimos la masa en tres partes iguales. Hacemos tres bolas y las colocamos en el molde donde las vayamos a hornear. Volvemos a dejar descansar unos cuarenta y cinco minutos más o menos.

Pintamos el pan con leche, con una brocha.

Calentamos el horno a 180º, metemos el molde y los dejamos hasta que el pan esté cocido. El mío tardo 30 minutos. Si veis que coge demasiado color lo tapáis con un papel de aluminio.

Antes de sacarlo del horno lo dejamos, con la puerta entreabierta unos minutos; después lo desmoldamos y lo dejamos enfriar en una rejilla antes de cortarlo.




¡Y listo!

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