Hoy la auténtica
protagonista es la salsa: os sorprenderá y, creo, que os va a encantar: es
exquisita.
Tiene un sabor suave y
delicado que la convierte en el acompañamiento perfecto para la pasta o el
pescado a la plancha.
Yo la he usado para la
pasta y he añadido unos tomates secos en aceite ¡nada más!
Necesitamos:
200 g de calabaza limpia
de piel y pepitas.
½ cebolla mediana.
1 diente de ajo.
Caldo de ave.
Sal, aceite de oliva
virgen extra y mantequilla, unos 10 g.
Nata 18% de materia grasa,
unos 50 ml.
Empezamos partiendo la calabaza en cuadraditos pequeños.
Ponemos
en una cazuela dos cucharadas de aceite, añadimos la calabaza
y una pizca de sal, tapamos y dejamos unos 5 minutos que se cocine dándole
vueltas de vez en cuando.
Agregamos
el
diente de ajo y la cebolla partido menudo; dejamos que se siga cocinando
durante otros dos y tres minutos.
Ponemos
el caldo
caliente para que lo cubra, no más y cocinamos hasta que todo está bien
blando.
Lo
trituramos y pasamos por un colador para que quede bien fina la salsa. No debe quedarnos
muy espesa, podemos rectificar añadiendo un poco más de caldo si es necesario.
Probamos
de sal y agregamos la mantequilla y la nata; removemos hasta mezclar bien.
¡Y
listo!
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