Cuando llega
el 1º de enero yo no soy de las que hacen propósitos, no quiero aprender
inglés, no quiero renunciar a las cervezas ni a los vinos, no quiero… cambiar nada.
Sin embargo
llega septiembre y ¡oh la,la! necesito renovarme, caminar más pasos, hacer más
sentadillas (bueno unas pocas más, no muchas más), suprimir el embutido de la
cena… Cosas así.
Este año me acordé de la avena, que la tenía un poco olvidada; así llevo unos días desayunando avena con canela y plátano o con manzana o con frutos secos o…en fin ya os hacéis una idea.
Investigad un poco, si tenéis curiosidad, sobre este cereal
que tan poco consumimos y parece tan lleno de nutrientes.
Este bizcocho
se basa en el tradicional de yogur solo que tiene mezcla de harina de trigo con
copos de avena un poco molidos por lo que tiende a desmigarse.
Necesitamos:
3 huevos
grandes o cuatro medianos.
80
gramos de azúcar.
80
gramos de aceite de girasol.
1 yogur
natural.
120
gramos de copos de avena ecológicos.
100
gramos de harina de trigo.
1 sobre
de levadura química, tipo Royal o similar.
Una pizca
de sal.
Empezamos
triturando los copos de avena con un robot o un molinillo; no es necesario
dejarlos en harina, pueden conservar algo de textura.
Batimos los
huevos con el azúcar y la pizca de sal hasta que esté la mezcla esponjosa.
Vamos añadiendo
el resto de los ingredientes, mezclando bien uno antes de añadir el siguiente;
el aceite, el yogur, la avena y la harina tamizada con la levadura. Mezclamos bien
y dejamos reposar la masa unos minutos, para que se hidrate la avena.
Calentamos el horno a 200º. Cuando metamos el bizcocho bajamos a 180º; en unos 30/35 minutos estará pero pinchadlo para comprobar.
¡Buen
desayuno o merienda!
No hay comentarios:
Publicar un comentario