El otro día en un programa
de La
2 vi que en un restaurante hacían, más o menos, esta receta. Me llamó
la atención y me pareció una idea estupenda: asar el pollo y después guisarlo.
Necesitamos para dos:
Una zanca de pollo por
persona.
1 cebolla mediana.
½ vaso de vino blanco.
½ vaso de caldo de pollo
(o agua).
Aceite de oliva virgen
extra, sal y orégano.
Para la guarnición:
un manojo de espárragos verdes, 2 dientes de ajo, una pizca de Ras el Hanout y
sal.
Empezamos asando
el
pollo; para ello untamos las zancas con un poco de aceite y sazonamos
son sal
y orégano. Lo metemos en el horno caliente a 190º y lo tenemos unos 15/20
minutos.
Mientras se asa picamos la
cebolla menuda; en una cazuela ponemos dos cucharadas de aceite y
pochamos la cebolla con un poco de sal.
Sacamos el pollo del horno
y lo ponemos en la cazuela con todos los jugos que tenga la fuente; subimos el
calor y agregamos el vino blanco, dejamos evaporar y ponemos el caldo (o agua si no tenéis).
Tapamos y dejamos cocer
despacio durante otros 15/20 minuto o
hasta que esté bien cocinado. Dependiendo el tipo de pollo que se use, pito de
caleya, pollo de maíz…el tiempo puede cambiar.
Aprovechamos para hacer la
guarnición: quitamos la parte final del espárrago, la
parte dura. En un sartén amplia ponemos una cucharada de aceite y freímos los diente
de ajo picaditos; cuando se doren ponemos los espárragos enteros,
salamos y dejamos 3 ó 4 minutos para que se frían un poco; añadimos el Ras el
Hanout y un poco de agua, no hace falta que los cubra, dejamos cocer despacio
hasta que al pincharlos veamos que están tiernos.
Esta receta me parece muy
buena; nos sirve para aprovechar el pollo asado que nos haya sobrado, sobre
todo la pechuga que suele quedar más seca al recalentarla.
¡Y listo!
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