En realidad no tenéis que elegir, podéis comer los dos, que es lo que he hecho yo, jajaja.
Los dos bocadillos tienen la misma base, lechuga, manzana y aguacate, uno con anchoas y otro con tomates secos en aceite.
La mezcla de sabores y texturas, el ácido de la manzana y el tomate, la untuosidad del aguacate, el salado de las anchoas, el frescor de la lechuga…¡para chuparse los dedos!
Imprescindible, bueno dejémoslo en conveniente, una cerveza fría o una botella de sidra.
Necesitamos:
Bollos de pan.
Lechuga, de la variedad que queráis o canónigos.
Manzana, mejor un poco ácida.
Aguacate.
Anchoas en conserva.
Tomates secos en aceite.
Aceite de oliva virgen extra y sal.
1 cucharada de mayonesa o de mostaza (yo no puse).
Empezamos preparando los ingredientes; sacamos las anchoas de la nevera para que atemperen; lavamos la manzana y la lechuga; abrimos el pan y el aguacate.
Montamos el bocadillo: en el pan ponemos unas rodajas de manzana, encima la lechuga con un poco de sal y un poco de aceite de oliva virgen extra, el aguacate y las anchoas o los tomates; tapamos.
Conviene hacerlo en el momento porque tanto la manzana como el aguacate se oxidan rápidamente.
¿Comemos o qué?
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