Si hiciésemos un concurso para encontrar la sopa más humilde sin duda ganaría la sopa de ajo. Con casi nada y en poco tiempo preparamos un plato sabroso, calentito, nutritivo y muy, muy barato.
La receta base, tal como yo la vi hacer en mí casa
es simple: ajo, pan, aceite, pimentón.
Pero admite muchos “complementos”:
jamón, chorizo, tocino, huevo, bacalao, caldo, en vez de agua…
Yo empiezo por tostar un poco las rebanadas de pan,
partidas finas. Creo que si el pan está bien seco absorbe mejor los sabores que
le vamos a añadir.
Pongo en una pota el aceite y los ajos, que no parto
demasiado menudos, ya que va a cocer y quedarán blandos (y así si alguien no
los quiere puede “esquivarlos”)
Cuando están ligeramente dorados pongo el pan, para
que se empape de aceite; doy unas vueltas y añado el pimentón dulce y un toque
de picante. Sofrío todo.
Añado el caldo, en este caso de hueso de jamón y
verduras.
Dejo cocer despacio unos 15 minutos y reposar otros
5 minutos antes de servir.
Y ahora los complementos:
He oído decir a mi madre que mi bisabuelo, campesino
leones, siempre las tomaba, para desayunar, con chorizo picado y un huevo
escalfado en ellas.
También le ponían torrezno de tocino frito.
Con bacalao desalado y desmenuzado se la vi hacer a
Arguiñano, la llamo ZURRUKUTUNA. Yo la probé y me encantó.
En fin, probad y ya me contaréis.
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