Súper conocida, súper tradicional, súper fácil,
súper barata, súper vistosa, súper sabrosa, súper…súper…TO.
Ya veis los ingredientes: galletas corrientes,
preparado para flan, leche, azúcar, canela y chocolate.
Usé moldes para hacer las tartas individuales (¿o
hay que llamarlas “pasteles”?, gran debate familiar).
Debajo del molde puse un papel de horno, para, una
vez hecha, poder moverlas más fácil.
Empecé haciendo las natilla-flan, no tan líquidas
como unas ni tan espesas como el otro. Aromaticé la leche con canela molida.
Fui poniendo capas de galletas y cubriendo con las
natillas, hasta rellenar todo el molde.
Ponemos a derretir el chocolate, negro en este caso, al baño María, con un poco de nata y cubrimos la tarta.
Dejamos reposar unas horas.
En fin, probad y ya me contaréis.
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